Recientemente mi amigo Elías Hermida en un comentario muy atinado señaló que Biko dista mucho de ser el mejor restaurante de Latinoamérica, con lo cual coincido plenamente y lo extiendo a que está lejos de estar dentro de los primeros 50 del mundo. Quien lo ha calificado dentro de ese inmerecido lugar no omite mencionar que a unos meses de abierto, ya ocupaba un rank dentro de los 100 mejores del mundo.
Cabe recordar que cuando fue confirmado dentro del lugar 47 del mundo, los periódicos nacionales que les interesa la gastronomía narraron el suceso: uno de los dos cheff (Bruno o Mikel, no recuerdo) se encontraba en Londres, seguramente haciendo las gestiones para lograr posicionarse en la posición de la lista. Destaca que, cuando se dieron cuenta que Pujol entró a la lista, llamaron a Enrique Olvera para informarle tal situación, quien fríamente dijo que sus esfuerzos siempre serán para mejorar.
Coincide el comentario de Elías con que, la semana pasada, estuve nada más y nada menos que en San Sebastián después de haber estado en Barcelona. En estas dos ciudades, tuve la oportunidad de conocer Arzak y ABaC, respectivamente, en los que mi comentario es el siguiente:
ABaC es un restaurante con nada más 3 estrellas Michelin. (www.Abacbarcelona.com) O sea, es un gran lugar y, me parece que puede ser clasificado dentro de los restaurantes que pertenecen a la nueva expresión de la cocina española, con fuertes notas de Arzak y de Adriá. La experiencia fue fantástica. Una cocina más apegada al gusto chilango (si, gusto chilango), el cual fue definido por Mikel Alonso como el paladar exigente que gusta de una nota más de sabor. Platos sumamente complejos pero con sabores definidos y texturas impresionantes. El precio, bueno, digamos que el troyano quedó volteando hacia la izquierda.
Arzak… Bueno pues… por dónde empiezo… Carajo, no sé. Debe ser por la expectativa que tenía de su cocina, misma que conocí ampliamente en los 2 Tezka de la ciudad de México. Más en el del Pedregal con el gran Gorka Bátiz. Acudí cuantas veces estuvo Juan Mari y en todas las ocasiones, fue un éxito estar ahí con la batuta de Juan Mari, pero con la pulcra interpretación de Gorka Bátiz. En fin, la expectativa era muy alta y bueno, pues la experiencia es esta: La carta es, como se esperaba, inentendible. Se necesita de un traductor para saber qué carajos es lo que uno puede degustar (eso es parte del show, lo entiendo). Pero bueno, después de un largo desfile de meseros y de que llegó el mero gallo a explicar los pormenores del menú, elegimos mi esposa y yo las viandas personales y la de mis chavos. La experiencia fue sumamente grata, cada plato fue una delicia tal cual la esperábamos, acompañado de un Rioja que no tuvo madre (Propiedad). El servicio bueno, nada más.
Después de haber pasado un par de días y de haber digerido completamente las viandas de Arzak, mi esposa y yo llegamos a una conclusión: Nada nuevo bajo el sol. Y lo digo con orgullo en muchos sentidos, empezando porque la gastronomía chilanga es algo que compite ya en todo el mundo, empezando por Tezka que, ya separado de Arzak, sigue siendo uno de los mejores del Distrito Federal y de México, siguiendo por Jaso que es una maravilla, Pujol, cocina auténtica, y un laaargo etcétera.
Pero Biko… insisto en el comentario de Elías, está muy lejos de ser el restaurante 47 del mundo. El servicio es simplemente parco y parece que le hacen a uno el favor de atenderlo por estar en el restaurante-número-47-del-mundo. La comida es razonablemente buena y, con honestidad, prefiero la carta tradicional sobre la de nueva expresión, pues ésta última ya es vieja y carente de inventiva. Desde luego, el chuletón es uno de los mejores en el Distrito Federal, sin olvidar que un excelso trozo de carne puede comerse en el Barrio Sur, por ejemplo.
No olvidemos a quién pertenece Biko: a los dueños de La Costeña, o sea hay lana para invertir en el cabildeo para llegar hasta el número 1 del mundo!!!
Creo entonces, que quien ha trabajado en refinar el paladar ya es difícilmente impresionable, más aún cuando en México tenemos grandes exponentes que, si bien fueron aprendices de un gran maestro, su ejecución ya tiene el fundamento necesario para ser auténtico y estar a la altura del mismísimo Arzak.
Mi conclusión es: Si quiero impresionar a alguien impresionable, llévalo a Biko (seguro cierro negocio). Si voy a San Sebastián, mejor me voy a comer tapas. Si voy a Barcelona, voy a ABaC después de haber ido al 7 Puertas y al Botafumeiro. Tezka sigue siendo number one.
Este es un foro destinado para compartir una de mis mas grandes pasiones: el arte culinario. En este blog dejo mis opiniones de algunos restaurantes, así como recetas y tips para cocinar. Siempre con el ánimo de compartir los detalles que pueden hacer un gran momento y hacer del momento de comer, un rito sublime.
viernes, 16 de julio de 2010
Morton's México.
Esta es la crónica de un bisté. Bueno, bueno. Pues hoy es sábado y ocurre que también debo celebrar el día del padre, pues mañana estaré festejando el bautizo de Leonardo, mi ahijado.
La decisión de dónde comer la tomé desde la mañana.
Mi vieja se fue a hacer ejercicio mientras yo dormía la mona. Pensé en dónde sería mejor mi festejo y concluí que la decisión debía ser mía.
Pues bueno, el Mortons fue mi decisión. Mi experiencia en Atlanta había sido simplemente buena, con recuerdos especiales del pan y nada más. Llegamos al Mortons sin reservación. No hubo pedo.
El servicio desde el principio fue demasiado bueno. Cuando uno lleva chavitos a restaurantes eso es notorio. Su comida salió antes que otra cosa y en general lo pasaron divino.
Llegó el momento en que mi nylon y yo debíamos decidir. Ella optó por pescados mientras yo me rendí a las especialidades del lugar. Inicie con una sopa de 5 cebollas con ánimos pretenciosos pero muy buena. Seguí con una ensalada Mortons la cual simplemente me pareció extraordinaria, que no deja de intentar igualar a la ensalada Lawry's.
Bueno, pues llego el momento de escoger el trozo de carne. Después de explicaciones, me decidí por el Prime Rib, corte del cual soy muy celoso después de haberlo degustado en el Lawrys en Chicago, Dallas y Beverly Hills, el Lorys en Mexico, el Landó de Polanco, el Bros Oyster y el 777. Elegí el Prime Rib habiendome sido anunciada la porción de 750 gramos. En fin. Llegó el putazo de carne con un horseradish verdaderamente sublime y la experiencia fue majestuosa. El término fue mágicamente logrado y la carne fue de un sabor inigualable y la textura también. El tipo de corte jamás lo había visto así: inluye la costilla pero mas bien es como de chuleta.
Mi conclusión es que en el DF he logrado comer el mejor, si el mejor, prime rib que haya yo probado. El vino elegido fue celestial.
El postre, un souffle de Grand Marnier fue simplemente la expresión de la locura.
El precio, acorde a la descripción. Carísimo, pero lo vale y siempre que se ofrezca, gustosamente lo pagaré.
La decisión de dónde comer la tomé desde la mañana.
Mi vieja se fue a hacer ejercicio mientras yo dormía la mona. Pensé en dónde sería mejor mi festejo y concluí que la decisión debía ser mía.
Pues bueno, el Mortons fue mi decisión. Mi experiencia en Atlanta había sido simplemente buena, con recuerdos especiales del pan y nada más. Llegamos al Mortons sin reservación. No hubo pedo.
El servicio desde el principio fue demasiado bueno. Cuando uno lleva chavitos a restaurantes eso es notorio. Su comida salió antes que otra cosa y en general lo pasaron divino.
Llegó el momento en que mi nylon y yo debíamos decidir. Ella optó por pescados mientras yo me rendí a las especialidades del lugar. Inicie con una sopa de 5 cebollas con ánimos pretenciosos pero muy buena. Seguí con una ensalada Mortons la cual simplemente me pareció extraordinaria, que no deja de intentar igualar a la ensalada Lawry's.
Bueno, pues llego el momento de escoger el trozo de carne. Después de explicaciones, me decidí por el Prime Rib, corte del cual soy muy celoso después de haberlo degustado en el Lawrys en Chicago, Dallas y Beverly Hills, el Lorys en Mexico, el Landó de Polanco, el Bros Oyster y el 777. Elegí el Prime Rib habiendome sido anunciada la porción de 750 gramos. En fin. Llegó el putazo de carne con un horseradish verdaderamente sublime y la experiencia fue majestuosa. El término fue mágicamente logrado y la carne fue de un sabor inigualable y la textura también. El tipo de corte jamás lo había visto así: inluye la costilla pero mas bien es como de chuleta.
Mi conclusión es que en el DF he logrado comer el mejor, si el mejor, prime rib que haya yo probado. El vino elegido fue celestial.
El postre, un souffle de Grand Marnier fue simplemente la expresión de la locura.
El precio, acorde a la descripción. Carísimo, pero lo vale y siempre que se ofrezca, gustosamente lo pagaré.
Harvey's. Guácala.
El día de ayer en la noche (jueves 15 de julio) salí a cenar con mi esposa y una pareja de amigos. Fue día de escoger un lugar nuevo y tres fueron las opciones estudiadas: el Gu, el Salotto y el Harvey's. Como que el mood que yo traía era más bien de un lugar mas desenfadado y que se pudiera comer bien.
Durante la tarde fui decidiendo a cual de los tres ir, decidiéndome finalmente por Harvey's (Newton 178, Polanco).
El concepto es un Steak House (intento, pues) clásico norteamericano que combina una carta de mariscos y buenos cortes de carne. Me recuerda al Joe's Stone Crab House de Las Vegas, el Cut de Chicago y el Joe Forte's de Vancouver. La decoración es clásica gringa. El lugar está bien situado.
Al entrar me llevé la sorpresa de que tenían a un cuate cantando. Era un negro cantando canciones clásicas gringas de los 70's, con un aparato de karaoke. Me pareció agradable para el mood que yo traía.
El primer aproach fue pedir las bebidas. Nos ofrecieron cerveza de barril (Kloster), misma que pedí de inmediato con un chaser de tequila (sí, es el gloriosísimo tequicheve que no puedo perdonar). El mesero fue presto por las bebidas que le pedimos y regresó con cara-de-ya-te-chingaste a anunciar que se les había fermentado mucho la cerveza. Uta. Primer strike. Ok, lo resolví con una León que me pareció buenísima.
Mi brujer pidió una copa de vino blanco y la selección por copa que tenían estaba demasiado limitada. El que le trajeron estaba razonablemente pasable, pero así nomás.
El pan que pusieron al centro, tenía de esos palitos crocantes retorcidos con un poco de páprika. Al comerlos recordé el anuncio ese de el desaparecido chesco Teem (en donde un cabrón perdido en el desierto con un portafolios llegaba a un bar y en vez de pedir agua, pedía unas papas saladas. Se las comía y ya que estaba al borde del colapso, abría su portafolios y sacaba su chesco que estaba rodeado de hielo y se lo tomaba), pero solo en la parte de lo salado de las papas. Comías el panecillo y sentías como se te fruncía el hocico de la cantidad de sal. Fuchi.
Llegó entonces el momento de decidir las viandas. Dado que es un Steak House, obvio, procede preguntar cuál es el "signature cut" del restaurante. Ahí justamente es cuando me dí cuenta de la capacitación elemental de los meseros del lugar. Me respondió: el New York y el Rib Eye son la especialidad de la casa. Bueeeeeeno. También había Roast Beef y Prime Rib. Le pregunté por estos últimos dos cortes y su genial respuesta fue: bueno, es que esos se hacen en el horno. Todavía está dentro de su limitada capacitación, en donde sabe perfectamente dónde se hacen los dos tipos de cortes diferentes. Pero remató diciéndome que el Prime Rib era lo mismo que el Rib Eye, nomás que uno se hacía en el broiler y el otro en el horno. Joder, encima de todo cree que soy pendejo.
Decidí entonces aligerarle la carga al pendejo este y tomar las decisiones de acuerdo a mi instinto. Pedí el cangrejo moro, una ensalada de arúgula y espinaca y el Rib Eye (bueno, Prime Rib a la parrilla, pues). Mi vieja pidió la carne tártara y el cangrejo moro, Andrés unos ostiones naturales y la carne tártara y Jenny un cebiche peruano.
El tiempo de respuesta fue rápido. Mi amigo andrés probó sus ostiones (la mignonette que le llevaron estaba asquerosa) y el segundo estaba nada más y nada menos que echado a perder. Andrés, con la discreción de Houdini, logró escupir el pinche ostión (a la fecha no supe a qué hora y dónde quedó el ostión), llamó al mesero, le comentó el suceso y le ofrecieron cambiárselos por otros. Pendejos. A mi esposa le tocó la carne tártara fue bastante salada (la probé). a Jenny le trajeron su cebiche y lo calificó así nomás como bueno. Llegó mi ración de cangrejo moro (1/2 Kg.) consistente en 4 manos, mismas que estaban tronadas lo indispensable para continuar con la tarea. Estaban como en todos lados en donde te sirven algo que solo requiere de agua caliente para hervirlos: muy buenos.
Llegaron los siguientes platos. Andrés se quejó de lo mismo que mi esposa (la carne tártara muy salada). Mi Rib Eye con cara de Prime Rib fue, así nomás, sabrosito. El término de la carne fue casi logrado. Las guarniciones eran espinacas a la crema que estaban por demás insípidas y papa al horno, que es esa que la hacen puré y luego la hornean, que sabía a diablos. El sabor de la carne era solamente cumplidora, sin mayor comentario.
En cuanto a la selección de vinos, está cagadísimo porque tienen las recomendaciones del día en un pizarrón en donde destacan el Vega Sicilia Único a un precio de 7,800 pesos. Tienen anunciado el Alión en 1200 pesos y, bueno cuando menos a mí me da mala espina de que lo primero que encuentras en las recomendaciones son vinos baratitos como esos. Cuando pedí una copa de vino vino el ensarte con una media botella de Matarromera que no tiene pierde.
Ya cagados por la mala cena, llegó el sablazo: 3,720 (930 por piocha) más propela.
O sea estúpidamente caro para la mala calidad de sus alimentos y deficiente servicio. A mi jamás me ha dolido pagar por la buena calidad, pero eso....
Conclusión: JAMÁS regresaré a ese PINCHE restaurante. Guácala.
Durante la tarde fui decidiendo a cual de los tres ir, decidiéndome finalmente por Harvey's (Newton 178, Polanco).
El concepto es un Steak House (intento, pues) clásico norteamericano que combina una carta de mariscos y buenos cortes de carne. Me recuerda al Joe's Stone Crab House de Las Vegas, el Cut de Chicago y el Joe Forte's de Vancouver. La decoración es clásica gringa. El lugar está bien situado.
Al entrar me llevé la sorpresa de que tenían a un cuate cantando. Era un negro cantando canciones clásicas gringas de los 70's, con un aparato de karaoke. Me pareció agradable para el mood que yo traía.
El primer aproach fue pedir las bebidas. Nos ofrecieron cerveza de barril (Kloster), misma que pedí de inmediato con un chaser de tequila (sí, es el gloriosísimo tequicheve que no puedo perdonar). El mesero fue presto por las bebidas que le pedimos y regresó con cara-de-ya-te-chingaste a anunciar que se les había fermentado mucho la cerveza. Uta. Primer strike. Ok, lo resolví con una León que me pareció buenísima.
Mi brujer pidió una copa de vino blanco y la selección por copa que tenían estaba demasiado limitada. El que le trajeron estaba razonablemente pasable, pero así nomás.
El pan que pusieron al centro, tenía de esos palitos crocantes retorcidos con un poco de páprika. Al comerlos recordé el anuncio ese de el desaparecido chesco Teem (en donde un cabrón perdido en el desierto con un portafolios llegaba a un bar y en vez de pedir agua, pedía unas papas saladas. Se las comía y ya que estaba al borde del colapso, abría su portafolios y sacaba su chesco que estaba rodeado de hielo y se lo tomaba), pero solo en la parte de lo salado de las papas. Comías el panecillo y sentías como se te fruncía el hocico de la cantidad de sal. Fuchi.
Llegó entonces el momento de decidir las viandas. Dado que es un Steak House, obvio, procede preguntar cuál es el "signature cut" del restaurante. Ahí justamente es cuando me dí cuenta de la capacitación elemental de los meseros del lugar. Me respondió: el New York y el Rib Eye son la especialidad de la casa. Bueeeeeeno. También había Roast Beef y Prime Rib. Le pregunté por estos últimos dos cortes y su genial respuesta fue: bueno, es que esos se hacen en el horno. Todavía está dentro de su limitada capacitación, en donde sabe perfectamente dónde se hacen los dos tipos de cortes diferentes. Pero remató diciéndome que el Prime Rib era lo mismo que el Rib Eye, nomás que uno se hacía en el broiler y el otro en el horno. Joder, encima de todo cree que soy pendejo.
Decidí entonces aligerarle la carga al pendejo este y tomar las decisiones de acuerdo a mi instinto. Pedí el cangrejo moro, una ensalada de arúgula y espinaca y el Rib Eye (bueno, Prime Rib a la parrilla, pues). Mi vieja pidió la carne tártara y el cangrejo moro, Andrés unos ostiones naturales y la carne tártara y Jenny un cebiche peruano.
El tiempo de respuesta fue rápido. Mi amigo andrés probó sus ostiones (la mignonette que le llevaron estaba asquerosa) y el segundo estaba nada más y nada menos que echado a perder. Andrés, con la discreción de Houdini, logró escupir el pinche ostión (a la fecha no supe a qué hora y dónde quedó el ostión), llamó al mesero, le comentó el suceso y le ofrecieron cambiárselos por otros. Pendejos. A mi esposa le tocó la carne tártara fue bastante salada (la probé). a Jenny le trajeron su cebiche y lo calificó así nomás como bueno. Llegó mi ración de cangrejo moro (1/2 Kg.) consistente en 4 manos, mismas que estaban tronadas lo indispensable para continuar con la tarea. Estaban como en todos lados en donde te sirven algo que solo requiere de agua caliente para hervirlos: muy buenos.
Llegaron los siguientes platos. Andrés se quejó de lo mismo que mi esposa (la carne tártara muy salada). Mi Rib Eye con cara de Prime Rib fue, así nomás, sabrosito. El término de la carne fue casi logrado. Las guarniciones eran espinacas a la crema que estaban por demás insípidas y papa al horno, que es esa que la hacen puré y luego la hornean, que sabía a diablos. El sabor de la carne era solamente cumplidora, sin mayor comentario.
En cuanto a la selección de vinos, está cagadísimo porque tienen las recomendaciones del día en un pizarrón en donde destacan el Vega Sicilia Único a un precio de 7,800 pesos. Tienen anunciado el Alión en 1200 pesos y, bueno cuando menos a mí me da mala espina de que lo primero que encuentras en las recomendaciones son vinos baratitos como esos. Cuando pedí una copa de vino vino el ensarte con una media botella de Matarromera que no tiene pierde.
Ya cagados por la mala cena, llegó el sablazo: 3,720 (930 por piocha) más propela.
O sea estúpidamente caro para la mala calidad de sus alimentos y deficiente servicio. A mi jamás me ha dolido pagar por la buena calidad, pero eso....
Conclusión: JAMÁS regresaré a ese PINCHE restaurante. Guácala.