viernes, 16 de julio de 2010

Morton's México.

Esta es la crónica de un bisté. Bueno, bueno. Pues hoy es sábado y ocurre que también debo celebrar el día del padre, pues mañana estaré festejando el bautizo de Leonardo, mi ahijado.

La decisión de dónde comer la tomé desde la mañana.

Mi vieja se fue a hacer ejercicio mientras yo dormía la mona. Pensé en dónde sería mejor mi festejo y concluí que la decisión debía ser mía.

Pues bueno, el Mortons fue mi decisión. Mi experiencia en Atlanta había sido simplemente buena, con recuerdos especiales del pan y nada más. Llegamos al Mortons sin reservación. No hubo pedo.

El servicio desde el principio fue demasiado bueno. Cuando uno lleva chavitos a restaurantes eso es notorio. Su comida salió antes que otra cosa y en general lo pasaron divino.

Llegó el momento en que mi nylon y yo debíamos decidir. Ella optó por pescados mientras yo me rendí a las especialidades del lugar. Inicie con una sopa de 5 cebollas con ánimos pretenciosos pero muy buena. Seguí con una ensalada Mortons la cual simplemente me pareció extraordinaria, que no deja de intentar igualar a la ensalada Lawry's.

Bueno, pues llego el momento de escoger el trozo de carne. Después de explicaciones, me decidí por el Prime Rib, corte del cual soy muy celoso después de haberlo degustado en el Lawrys en Chicago, Dallas y Beverly Hills, el Lorys en Mexico, el Landó de Polanco, el Bros Oyster y el 777. Elegí el Prime Rib habiendome sido anunciada la porción de 750 gramos. En fin. Llegó el putazo de carne con un horseradish verdaderamente sublime y la experiencia fue majestuosa. El término fue mágicamente logrado y la carne fue de un sabor inigualable y la textura también. El tipo de corte jamás lo había visto así: inluye la costilla pero mas bien es como de chuleta.

Mi conclusión es que en el DF he logrado comer el mejor, si el mejor, prime rib que haya yo probado. El vino elegido fue celestial.

El postre, un souffle de Grand Marnier fue simplemente la expresión de la locura.

El precio, acorde a la descripción. Carísimo, pero lo vale y siempre que se ofrezca, gustosamente lo pagaré.

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