lunes, 4 de octubre de 2010

Barrio Norte.

Desde hace tiempo tuve la oportunidad de conocer el restaurante Entrvero en el centro de Coyoacán, a un lado de Los Danzantes. Lo curioso de aquél entonces era la especialidad del lugar, cocina uruguaya. Y finalmente me parecía que ese restaurante de comida exótica no tenía mucho que ofrecer para mis gustos, pastas medianamente bien hechas, carnes del tipo de las argentinas y nada nuevo bajo el sol. Tiempo después conocí el Barrio Sur ya como una escisión del Entrevero y el resultado me pareció fantástico, pero en esta ocasión dedicaré mi tiempo a la crítica de su hermano Barrio Norte.

La ocasión era reunión con mis cuates de la prepa. Uno de ellos sugirió el lugar y, bueno, pues conociendo el del sur supuse que no habría gran diferencia entre uno y otro. El concepto es prácticamente idéntico; misma decoración y prácticamente la misma carta, con algunas variaciones en la ejecución de los platillos. La entrada sigue siendo la berenjena a las hierbas cocinada a la parrilla, para acompañarla con un extraordinario pan focaccia sin levadura.

Para iniciar pedí un glorioso tequicheve (que miedo perder esta costumbre). De ahí, la selección fue fácil: me fui a lo mas seguro que en el Barrio Sur no me falla el carpaccio de res y el vacío. El resultado fue el siguiente:

El Carpaccio de Res, de entrada, tiene una diferente preparación que en el Sur en donde lo sirven la carne envolviendo como taco a la arúgula y el parmesano, bañado de aceite de olivo. Este es el común y corriente carpaccio de res, nomás que preparado bastantes horas antes y refrigerado en el plato en el que es servido. Es notable el proceso de refrigeración porque en los bordes la carne se quema y se adhiere al plato cual masking tape, pero bueno, yo creo que en su concepto así es como debe servirse un carpaccio. Está coronado con arúgula y láminas de parmesano reggiano, así como unas rebanadas de hongo portobello, que la neta es que no me gustó prácticamente nada. Solamente estaba bañado un un poquito de aceite de olivo que no aportó absolutamente nada.

Mi segundo plato fue un Vacío. Este corte es, según me han dicho, la entraña de la vaca y tiende a ser parte de lo que nosotros conocemos como arrachera. Pero el vacío es un corte que, hasta donde he aprendido, debe ser grueso, con un marmoleo parejo. Bueno, pues así es en el Barrio Sur, la Alcantarilla, la Fonda Argentina y el Rincón Argentino, cuando menos. Pues bueno, aquí los muchachos me sirvieron una arrachera y me la sirvieron doblada como para darle volumen o espesor y el sabor de la carne estaba fantásticamente mediocre y nada que ver con la arrachera para llevar que compre en Arracheras La Silla de Av. San Jerónimo que no tenía madre.

La ensalada que me dieron como guarnición, si bien es sencilla, ello no implica que debe hacerse al aventón y sin cariño. Era como para alimentar puercos.

El postre es la copa que no me acuerdo como se llama, que son capas de frutos rojos, merengue y crema batida que no tiene madre. Es una delicia.

El vino fue escogido por mi cuate KB y tuvo un tino preciso y absoluto en un ejemplar uruguayo de mezcla Shirah y Tannat que no tuvo nombre. Por pendejo no me fijé en la etiqueta para poder recordar el nombre y repetirlo en cuanto lo vea.

La cuenta fue estratosferica y pendejamente cara para lo que comí. Casi mil pesos por esa comida. En fin, estar con los amigos vale eso y mucho mas. Mi conclusión es que no volveré a Barrio Norte, ni muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario